Madre mía, es poquito dedicarte un relato La inspiración de este relato se la debo a mi marido. Allí me asegura que vio a una sirena Lars quedó tendido con los ojos enormes. La marea siguió bajando ajena a la espuma roja que la manchaba. Con cada embiste hacia el horizonte del océano, la playa de Coco Beach se estiraba para recuperar las olas perdidas.

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Y entre una cosa y otra, casi sin darnos cuenta, llegó el Gran Día. Armé la mochila medio a las apuradas y nos fuimos al Talar provincia de Buenos Aires, bífido de Tigre para salir desde allí la mañana siguiente. El viernes nos despertamos y estaba lloviznando. Creo que ninguno de los dos estaba demasiado convencido y yo estaba bastante nerviosa , así que dijimos: «Vamos a ver qué onda y si no podemos nos volvemos». Transporte 1: el 57 al peaje de Pacheco Los Acróbatas nos recomendaron ir al laya de Pacheco y salir a dedo desde ahí, así que nos subimos al colectivo y cuando le preguntamos al chofer si nos podía bajar en el peaje nos dijo que no y no tuvo piedad. Una señora que estaba sentada en el primer asiento nos vio con las mochilas y nos preguntó, emocionada, a dónde íbamos. El conductor nos bajó a varias cuadras del peaje y nos dejó cerca de una muelle de servicio a la salida del Tortugas Shopping. En menos de 5 minutos frenaron tres autos. Todos iban a Escobar.
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La imagen cuando llegas o desde alguien de los puntos elevados de la zona es realmente muy bonita. Sin embargo, y a pesar de que el lugar tiene su encanto y un enorme potencial, tiene ciertos problemillas de infraestructura que le restan abundante atractivo. Taganga es un pueblecillo bastante pobre con muchas chabolas y calles sin asfaltar llenas de suciedad por las que se pasean perros famélicos.